lunes, 26 de octubre de 2020

Día 69 - Gracia Gloriosa - 100 Lecturas Diarias de La Revolución de la Gracia - Joseph Prince



DÍA 69 
ALIMÉNTATE DE CRISTO
 
Escritura de hoy
Y Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca tendrá sed".
JUAN 6:35

Vimos el corazón de adoración de María y el corazón de rechazo de Judas hacia Jesús revelado en Betania durante las últimas lecturas. En Juan 11:53, vemos otra respuesta hacia Jesús cuando realizó el asombroso milagro de resucitar a Lázaro de entre los muertos. A partir de ese día, dice que los principales sacerdotes y los fariseos conspiraron para matar a Jesús, el que abrió los ojos ciegos, destapó los oídos sordos, limpió a los leprosos y resucitó a los muertos. ¿Por qué? ¿Y qué te dice esto sobre lo que había en sus corazones?

Para ser sumo sacerdote o fariseo, se necesitaba ser un estudiante de la Palabra de Dios desde una edad temprana y conocer la Torá de principio a fin. Sin embargo, los líderes religiosos, que eran celosos de la ley y sabían todo acerca de la Torá, fueron las mismas personas que conspiraron para matar a Jesús.

Ahora inclínate y escucha atentamente lo que voy a decir. Tenían conocimiento mental, pero no tenían un corazón para la persona de Jesús. Tenían todo este conocimiento bíblico, pero no tenían al Autor de la Biblia en sus corazones. Constantemente citaban del Antiguo Testamento para condenar y aplastar a los que han fallado en lugar de salvarlos. Recuerda cómo querían apedrear a la mujer sorprendida en adulterio citando la ley de Moisés, pero Jesús la salvó al invitar al que no tenía pecado a que lanzara la primera piedra.

Amado, es posible que la gente de hoy acumules mucho conocimiento mental sobre esta teología y esa teología, y sin embargo, no tengas ningún conocimiento del corazón que arda de amor y pasión por nuestro Señor Jesucristo. Es posible enriquecer tu mente o estudiar sobre esta interpretación y esa interpretación de las Escrituras, y aún tener un corazón frío como una piedra cuando se trata de una relación íntima y personal con Jesús.

No me malinterpretes, no estoy diciendo que no debas adquirir conocimientos bíblicos. Estoy diciendo que necesitamos estudiar la Biblia no solo para acumular conocimiento mental, sino para tener una revelación de Jesús. Para tener un corazón de amor por Jesús, debes conocer la Biblia. De hecho, el verdadero conocimiento de las Escrituras acerca de Jesús te llevará a tener un corazón para Jesús. No seas como los fariseos, que tenían conocimiento de la Biblia, pero no amor por nuestro Señor Jesús. No te pierdas al autor cuando estés leyendo Su Palabra.

Cuando estudies la Biblia, estudia para alimentarte de la persona de Jesús. Aliméntate de Su belleza, Su gracia, Su majestad y Su inmenso y sacrificado amor por ti. Leemos la Palabra para alimentarnos de Cristo.

Oh, cuánto amo la frase, "alimentarme de Cristo". Él es el pan de vida y cuanto más te alimentes de Él en la Palabra, estarás más fortalecido y nutrido con Su salud, vida y sabiduría para cada área de tu vida. Cuando veas a Jesús en la Palabra, sabrás cómo estimarlo y valorarlo. Jesús se convierte en verdadero alimento para tu alma y te da fuerza para tu servicio.

La verdadera santidad proviene de contemplar a Jesús. Al contemplar a nuestro Señor, eres transformado de adentro hacia afuera de gloria en gloria. Cuando valoras a Jesús, el deseo de tu corazón es simplemente glorificarlo en todo lo que piensas, dices y haces. Cuando tienes un corazón por Jesús, todo en tu vida, ya sea tu matrimonio, tu paternidad o tu carrera, encajará en su lugar al recibir Su obra terminada.
 
Pensamiento de hoy
Cuando estudio la Biblia, debo alimentarme de la persona de Jesús. La transformación de adentro hacia afuera viene cuando me alimento de Su belleza, Su gracia, Su majestad y Su inmenso y sacrificado amor por mí.

Oración de hoy
Señor Jesús, gracias porque eres el pan de vida que satisface lo más profundo de mi alma con tu gloriosa gracia. Gracias por invitarme a alimentarme de Tu belleza, Tu gracia, Tu majestad y Tu inmenso y sacrificado amor por mí. Ayúdame a contemplarte en Tu Palabra y a ser transformado de adentro hacia afuera. El deseo de mi corazón es glorificarte en todo lo que pienso, digo y hago hoy. Amén.

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