martes, 11 de agosto de 2015

El Padre Amoroso


Lucas 15:11-32
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

Esta es una parábola muy conocida, que es conocida comúnmente como la parábola del hijo prodigo, pero si vemos mejor la historia veremos que trata del amor del padre.

Todos sabemos la historia de este joven que le pidió su herencia a su padre, y yéndose la desperdició viviendo una vida de desenfreno.

Llego a un punto en su vida que no tenía para comer, trabajando en lo que más aborrecían los judíos, cuidando chanchos. Tal era la pobreza que vivía que tenía que pelearse con los chanchos por la comida.

Estando así el se puso a reflexionar y regresar a la casa de su padre, el sabía que aún los jornaleros que estaban en su casa tenían comida y donde vivir, así que decidió volver.

El decía: "Le diré a mi padre, he pecado contra el cielo y contra tí permíteme ser tan solo como uno de tus jornaleros"

Cuando regresaba el padre lo vio a lo lejos y fue corriendo hacia él, no lo dejó hablar y lo restauró a su posición inicial.

El amor de Dios es así, Él siempre está con los brazos abiertos  esperándonos, no para condenarnos por nuestros pecados sino para reconciliarnos con Él.

2 Corintios 5:17-20
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

A veces estamos mentalizados con las cosas que hicimos en el pasado, y pensamos que Dios no nos perdonará por las cosas que hicimos.

Le he predicado a gente que me decía: "Pero no sabes lo que he hecho, Dios no me puede perdonar."

Pero Dios no es así, Él no toma en cuenta nuestras pecados a fin de reconciliarnos con Él, lo que Dios toma en cuenta es la obra terminada de Cristo.

Romanos 3:21-26
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Dios en su paciencia no toma en cuenta nuestros pecados pasados sino que en Su gracia Él dispuso gratuitamente nuestra salvación por la obra completa de Cristo.

La justificación ya está provista gratuitamente para nosotros, solo debemos recibir por fe la obra que Cristo hizo por nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario